Edificio industrial, adaptado y lugar al servicio de las Obras Públicas, necesarias a las colectividades, después de la Revolución Industrial.
Almacén que se dispone alrededor de un patio central, descubierto y pavimentado en adoquines, patio al que accede directamente desde la puerta de entrada, y que está cerrado por un tapial. Las zonas cubiertas del recinto se distribuyen alrededor de este, forma que permite disponer en su parte central, de un amplio patio, que facilita la entrada y salida para descarga y carga del material.
La zona principal, de una crujía, se encuentra en el lado de la izquierda del recinto, y está dedicado a la oficina. Los talleres y almacenes, también cubiertos a una vertiente, se encuentran en el frente y ocupante un pequeño espacio del lado derecho, puesto que a este patio daban las ventanas de las Oficinas de Objetos Perdidos y un almacén de la Policía General.
Las cubiertas del recinto, están recién colocadas, y se encuentran inclinadas hacia el patio, para permitir el desagüe del agua de lluvia a través de un canal.
Los aspectos derivados de la sociedad industrializada en crecimiento, y la progresiva absorción municipal de todo el en lo referente a mejoras urbanísticas, ha hecho necesario que se habilitaron dependencias para estos menesteres, siente este almacén una muestra de estas necesidades. En la actualidad está ocupado por el Albergue de la Roqueta.
El proyecto de la Antigua Estación del Trenet, de 1892, es del arquitecto Joaquín M. Belda Ibáñez y muestra claramente su formación académica en un diseño correcto y perfectamente simétrico compuesto por elementos de tradición clasicista empleados siempre con rigor. Se concibe el edificio como una gran crujía, las dos caras mayores son las fachadas que dan en la plaza y a los desaparecidos andenes posteriores. El muro de la fachada principal tiene cinco cuerpos que sobresalen escalonadamente, siendo el central el que más se avanza. La disposición de los frontones de remate recuerda vagamente la composición de las iglesias palladianas. Después de la construcción de la línea 4 del metro, se ha reurbanizado su entorno y en la actualidad es suyo de la policía autonómica.
Chimenea aislada de la antigua Fábrica de Chapas y Prensas Franco Tormo, situada en la calle Franco Tormo con la calle José Perez-Fuster (Médico).
Partes de una Chimenea
Las chimeneas constan de tres partes diferenciadas: Base o Pedestal, Caña, Fuste o Tubo y Coronamiento, Coronación, Capitel o Remate.
Descripción de la Chimenea
Se trata de una chimenea aislada, resto de un antiguo edificio industrial, construido -como se desprende de la tipología de la chimenea, de base rectangular y fuste octogonal de baldosa cocida- en la década 1890-1900. Se utiliza como material básico la baldosa cocida, que es un buen aislante térmico. La altura y sección disminuyen de la base a la cúspide, consistiendo su función en provocar una depresión o tiro entre la entrada y la salida para establecer una corriente de aire que contribuya a la combustión. La sección interior disminuye igualmente, para conservar una corriente ascendente para vencer las corrientes de las masas de aire frío. Su construcción obedece a la utilización del vapor de la fábrica.
Estas chimeneas eran un elemento básico de las fábricas, que generaban energía a partir del vapor, utilizando las experiencias de las chimeneas propios del siglo XIX e inicios del XX. Esta construcción se ha quedado aislada de las construcciones accesorias que tendrían que acompañarla en el proceso productivo, quedando así descontextualizada.
En los jardines centrales del Paseo de la Alameda a la altura del número 39 se encuentran las dos chimeneas de la antigua Unión Alcoholera Española.
Partes de una Chimenea
Las chimeneas constan de tres partes diferenciadas: Base o Pedestal, Caña, Fuste o Tubo y Coronamiento, Coronación, Capitel o Remate.
Descripción de la Chimenea
Se trata de una chimenea aislada, resto de un antiguo edificio industrial, construido -como se desprende de la tipología de la chimenea, de base rectangular y fuste octogonal de baldosa cocida- en la década 1890-1900. Se utiliza como material básico la baldosa cocida, que es un buen aislante térmico. La altura y sección disminuyen de la base a la cúspide, consistiendo su función en provocar una depresión o tiro entre la entrada y la salida para establecer una corriente de aire que contribuya a la combustión. La sección interior disminuye igualmente, para conservar una corriente ascendente para vencer las corrientes de las masas de aire frío. Su construcción obedece a la utilización del vapor de la fábrica.
Estas chimeneas eran un elemento básico de las fábricas, que generaban energía a partir del vapor, utilizando las experiencias de las chimeneas propios del siglo XIX e inicios del XX. Esta construcción se ha quedado aislada de las construcciones accesorias que tendrían que acompañarla en el proceso productivo, quedando así descontextualizada.
Este refugio pertenece al modelo adintelado, formado por un rectángulo cubierto por una gruesa losa de hormigón sustentada por robustas columnas cuadradas que se ensanchan en la parte alta, en la unión con el techo. Tiene banco corrido para sentarse en las paredes perimetrales y alrededor de los pilares. Conserva indicios de la maquinaria y cañerías para la renovación del aire. Actualmente las paredes están llenas de pintadas y tiene bastante humedad.
En la fachada conserva las dos puertas de acceso a nivel de calle que daban a las escalas. Sobre una de ellas todavía se puede adivinar los restos de las letras REFUGIO. Por la oculta ubicación de este refugio se hizo necesaria la colocación de un segundo letrero anunciador en la esquina de la calle Espada con la plaza de Tetuán.
Este refugio de titularidad privada ha estado pocas veces accesible y es difícil completar su descripción. En algún momento (según información oral) se utilizó como local de ensayo de un grupo musical, momento al cual pertenecerían las pintadas antes mencionadas. Actualmente tiene los accesos clausurados. Cuenta con capacidad para 380 personas.
En el ensanche de la ciudad hacia el oeste se encuentra esta iglesia que perteneció al Convento de Mínimos de San Francisco de Paula. Comenzada en 1726 se concluyó en 1739 según las trazas de José de Cardona y Pertusa. Se trata de una iglesia de planta de cruz latina con capillas entre contrafuertes, comunicadas entre sí, y cabecera semicircular. Está dividida en cuatro tramos. Las capillas más próximas a los pies de la iglesia están cubiertas con vueltas rebajadas, mientras que las otros tres lo hacen con cúpulas de media naranja sobre conchas. La cubierta de la nave es una vuelta de cañón tabicada con lunetas. Sobre el crucero se levanta una cúpula sobre conchas sobre un tambor octogonal y casquete peraltado al exterior. El interior se ordena mediante pilastras de orden corintio sobre altos pedestales entre las cuales se abren los arcos de medio punto que dan a las capillas laterales. La ornamentación en talla que se dispone en el intradós de los arcos de las capillas laterales.
Es el templo principal y más antiguo del barrio del Cabañal. Datado en el s. XVIII, estilísticamente pertenece al barroco tardío y primero neoclásico. Fue construido en obra de mampostería, con una única nave y capillas a ambos lados, dispuestas entre contrafuertes que se manifiestan en el exterior por encima de estas. La cubierta se resuelve con vuelta de cañón y lunetas sobre pilastras unidas mediante arcos formeros en sentido longitudinal. La capilla de la Comunión es tan ancha como la nave principal, pero más corta, y se cubre también con vuelta de cañón y lunetas con cristaleras hacia el exterior.
Con una tipología propia de los palacios de fortaleza gótica, el Antiguo Palacio de «En Bou» presenta una forma de planta cuadrada y recoge las influencias incipientes del renacimiento.
La construcción presenta un esquema de patio central en el cual recaen las jerarquizadas plantas: el entresuelo para el servicio, la planta noble, a la cual se accede por una escala volada en ángulo de gran recorrido, con grandes piezas, y una última que sirve de remate al edificio. El techo del entresuelo se resuelve con vigas vistas, que se completa con un artesonado en la planta principal y que ha sido fijado en el siglo XVIII.
La reciente intervención, llevada a cabo en 1990, permite el reconocimiento de los valores patrimoniales de este inmueble actual sede del Instituto Valenciano de la Vivienda.
Palacio barroco situado entre medianeras, del último tercio del siglo XVIII, antes de 1782, que es la fecha en que se esculpió el blasón de la portada.
En la fachada de la plaza Tetuán se encuentra el escudo de Doña Antonia Durán Rubio de Salinas. Condesa Viuda del Castellá, de la Villanueva y de Carlet. La traza original de la edificación es de dos crujías paralelas a fachada principal con estructura de muros de carga; la escala se sitúa en la tercera crujía. Consta de dos cuerpos originalmente más diferenciados siendo el derecho correspondiente a la composición tríptica típica del palacio barroco, con jerarquización de la planta nueva y significación del eje central con acceso por portalón de piedra con escudo nobiliario y trabajado de balcones sobre este. El cuerpo situado a la izquierda es posterior.
El primer cuerpo presenta iconografía perteneciente a la intervención del siglo XIX como los dinteles curvos, cornisamento dentado etc. La estructura de muros de carga se aligera en la planta baja en el vestíbulo con un pilar central para proporcionar mayor diafanidad a la entrada. No posee patio pero se sitúa en parcela aislado de las medianeras de los edificios colindantes mediante la formación de dos callejones laterales a los cuales abren vacíos las fachadas laterales. La ampliación con la reforma del cuerpo sur plantea la creación del gran espacio donde se sitúa la escalinata de madera que sube a la planta noble.
En la confluencia de la calle de San Vicente y de la plaza de Santa Catalina, con una magnífica perspectiva desde la plaza de la Reina, se encuentra un singular edificio de viviendas, la Casa Sánchez de León (en otro tiempo Almacenes del mismo nombre), que fue levantado por el maestro de obras Lucas García Cardona en 1896, a instancia del comerciante Pedro Sánchez de León, llevando su nombre largos años los almacenes que allí se instalaron.
El edificio, de estilo ecléctico, corresponde al tipo de edificios residenciales plurifamiliares, producidos a finales del siglo XIX o principios del siglo XX (1875-1917) asociados en zonas de reforma urbana que le permiten el aumento del tamaño generalizado de todas las variables: altura, tamaño, parcelación y número de viviendas por edificio.
En el centro de la ciudad muy próximo a la Universidad Literaria se encuentra este Palau que actualmente es el Banco de Urquijo. Fue levantado a mediados de siglo XVIII por Vicente Fernández de Córdoba y María Teresa Ferrer de Próxita y Pinós.
Sobre un solar irregular se levanta este palacio con tres crujías en planta dejando un patio al fondo. Presenta fachada en la calle Pintor Sorolla a través de la cual se accede a un vestíbulo en el cual se desarrolla un arco rebajado que da a la escalera imperial, con caja rectangular, que da a las diferentes plantas. Esta escalera se desarrolla con contrahuella de azulejos, pasamanos de madera de caoba sobre balaustrada de hierro forjado, cubierta la escalera por una vuelta de cañón con lunetos en los cuales se abren ventanas. En la vuelta hay una pintura dentro de un óvalo que representa a Nuestra Señora del Pilar.
Las salas representativas se encuentran en la planta noble y están comunicadas entre si a través de altas puertas de madera cortada, con unos marcos en los muros con decoración en rocalla. La fachada está dividida en semisótano, planta baja, planta noble y piso alto sobre el cual hay una cornisa que da al remate del edificio con una balaustrada central con jarras y dos torreones de perfil mixtilíneo en los laterales. Sobre un zócalo de piedra se abren las aperturas mixtilíneas del entresuelo. En la planta baja se abren vacíos rectangulares abocinados, igual que en el resto de las plantas superiores, con balcón de hierro forjado. En la planta noble las aperturas siguen el mismo esquema pero los balcones presentan un mayor desarrollo puesto que son curvos y más excelentes de la línea de fachada. Estos balcones son también de hierro forjado y en su parte inferior presentan tornapuntas decorados con motivos vegetales que apoyan en la planta baja. El piso superior presenta unos balcones curvos pero de menor tamaño.
Contiguo al Palacio de Scala, se conserva el Palacio de Bailia, uno de los pocos edificios civiles que ha sobrevivido de la época foral. Representa un esquema palaciego en torno a un patio central, donde recientes estudios arqueológicos han constatado la aparición de restos de una construcción original de los siglos XIV o XV.
Es a principios del XVI cuando se remodela el patio construyendo los grandes arcos de piedra y, probablemente la escala, obra de un maestro competente y conocedor de los avances de estereotomía desarrollados en la década de 1490 por Pere Compte. En 1666 se incorpora el huerto construyéndose el arco de salida a este, apreciándose diferencia con los existentes en la solución de las bases de los pilares. Hacia 1840 el edificio debió de ser adquirido para transformarse en sede de la Bailia y residencia del procurador general del rey, acometiéndose seis años más tarde una serie de obras de intervención sobre la antigua residencia de los Ferrer. A partir de 1868, fecha de supresión de la institución de la Bailia General, el edificio experimentará alteraciones en su imagen llegando a la demolición del frente del edificio en la calle Serranos. En 1883 es adquirido por José Jaumandreu y Sitges que encarga al maestro de obras Vicente Alcayne la reedificación del palacio.
El acceso principal en el edificio se produce desde la plaza de Manises, espacio representativo actual muy diferente en su traza y dimensiones al cual existía en origen. Por ellos es de suponer que cuando Alcayne presenta su propuesta al entonces propietario, proyecta mantener como elemento significativo la portada renacentista de piedra, planteando la repetición de aperturas en la fachada que recae en la calle Serranos. Posteriormente, el inmueble fue adquirido por la familia Jaudenes, condes de Zanoni, quienes encargaron en 1904 al arquitecto Luis Ferreres las obras de renovación de la fachada (incorporando el escudo familiar) y el jardín.