Datos básicos

Dificultad:

media

Duración:

6 horas

Punto de partida:

Iglesia de San Agustín

Punto de llegada:

Torres de Serranos



Algunos de los lugares y monumentos valencianos más representativos se encuentran en esta ruta que arranca en la Plaza de San Agustín y se extiende más allá de Ciutat Vella, hasta el Monasterio de la Santísima Trinidad cruzando el Pont de Fusta.

Sin duda, el visitante disfrutará recorriendo sus calles, percibiendo el aroma del pasado convenientemente actualizado a nuestros días, admirando sus monumentos, visitando iglesias y palacios inolvidables, calles señoriales, plazas singulares, la Catedral, el Mercado, el Museo de la Seda, edificios administrativos y preciosos parajes verdes como la Glorieta o el Jardín del Turia.

Los recorridos que proponemos, que transcurren entre los márgenes del casco viejo de la ciudad, ayudarán a entender mejor la historia y la personalidad de este pueblo único y de una ciudad que mira al futuro orgullosa de su pasado y de sus tradiciones.


Arrancamos nuestra ruta en la Iglesia de San Agustín, situada en la plaza que toma su nombre. Construida entre los siglos XIII y XX, predomina el estilo gótico valenciano. La iglesia pertenecía a un convento de frailes agustinos que ocupaba una extensa superficie, demolido a principios del S. XX. A destacar el icono bizantino de la Virgen de Gracia que se encuentra en la iglesia.



Si dejamos atrás la Plaza de San Agustín y seguimos por la Calle San Vicente Mártir en dirección hacia el centro de la ciudad, para doblar después por Periodista Azzati encontramos el Ayuntamiento de Valencia, un enorme edificio construido en el S. XVIII y completado en el S. XX, que da a cuatro calles y que ocupa una superficie total de 6.173 metros cuadrados.

Desde la Plaza del Ayuntamiento giramos por la Calle de la Sangre y la Calle San Vicente y la Avenida del Oeste para llegar a la Calle del Hospital. En 5 minutos habremos llegado a la Biblioteca Pública de Valencia, Antiguo Hospital de los Pobres Inocentes, primer manicomio de Europa fundado en 1409. Este edificio prestó servicios sanitarios hasta 1960, año en el que se inició su demolición. Sin embargo, finalmente se conservó el edificio de enfermería, que es el que desde 1979 acoge la Biblioteca.

Antes de llegar a la Biblioteca habremos pasado por delante del Colegio del Arte Mayor de la Seda, que se encargaba de regular la producción de tejidos de seda en nuestra ciudad. Los orígenes del edificio se remontan también al S. XV, aunque fue reformado según los cánones del barroco tres siglos más tarde. Declarado monumento histórico artístico en 1981, alberga el Museo de la Seda. Estamos en el Barrio de Velluters (tejedores de terciopelo).

 



Si volvemos a la Avda. del Oeste y continuamos en dirección al Barrio del Carmen, no tardaremos más de 4 minutos en llegar al Mercado Central. Su construcción se inició en 1910 y sus obras se prolongaron hasta 1928. De estilo modernista valenciano, ocupa una parcela de más de 8.000 metros cuadrados. Comprar en este templo del comercio es toda una experiencia, por la tradición que tiene a cuestas y su belleza arquitectónica que combina el metal con las cerámicas y las coloristas vidrieras, símbolo de la riqueza de la huerta valenciana.

Rodeamos el Mercado Central  para llegar a su acceso principal situado en la Plaza del Mercado, un lugar siempre muy concurrido por compradores habituales y turistas, y un poco más hacia delante descubrimos la Iglesia de los Santos Juanes,  edificio que mezcla el gótico valenciano original de su construcción con el barroco de intervenciones posteriores. En su interior puede admirarse la bóveda pintada al fresco por el artista Antonio Palomino, pintor de cámara del Rey Carlos II.

Enfrente, formando un conjunto arquitectónico único junto al mercado  y la iglesia, se encuentra la Lonja de la Seda o de los Mercaderes, una verdadera joya del gótico civil valenciano que atrae visitantes de todo el mundo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,  y que simboliza el esplendor comercial valenciano y la gran influencia política y cultural de su Siglo de Oro.



A espaldas de La Lonja, bordeando la Plaza del Dr. Collado y siguiendo por la Calle de los Derechos llegamos a la Plaza Redonda, una peculiar plaza interior de planta circular. Es una plaza de pequeñas dimensiones, que en el momento de su construcción ocupaba exactamente el centro geométrico de la ciudad.  Inolvidable para muchos valencianos su mercadillo de los domingos, con mascotas y antigüedades a la venta, y uno de los más socorridos por niños y no tan niños para cambiar cromos.

A poco más de 1 minuto caminando encontramos otro de esos monumentos que está ligado estrechamente a la memoria sentimental de los valencianos, la Iglesia de Santa Catalina Mártir. Una de las primeras iglesias de la ciudad, cuyo origen data del S. XIII, ejemplo del gótico valenciano que cuenta con una popular torre barroca producto de una reconstrucción posterior.

Este tramo de nuestro recorrido entrelaza una enorme riqueza patrimonial con una acusada memoria sentimental de la ciudad. Saliendo a la Plaza de la Reina, caminamos  hacia la Catedral de Valencia, excelente muestra del gótico valenciano al que el paso de los siglos le ha ido dotando también de elementos románicos, renacentistas, barrocos y neoclásicos.  Dentro de la Catedral destacan varias joyas de la pintura del Quattrocento que solo por ellas justificarían una visita.  Mención aparte para uno de los símbolos indiscutible de nuestra ciudad: la torre campanario del Micalet, que puede visitarse subiendo 51 metros de altura y los 207 escalones que la separan de la calle.

Regresamos ahora por la acera de enfrente de la Plaza de la Reina. Justo enfrente de la Iglesia de Santa Catalina se abre la Calle de la Paz, una de las calles más señoriales de la ciudad, lugar de residencia de buena parte de la burguesía valenciana, y uno de los grandes logros del urbanismo del S. XIX. Hoy en día ha perdido su carácter residencial para albergar oficinas, despachos y restaurantes, aunque sigue conservando intacto su gran encanto.

Desde la Calle de la Paz, se llega al Palacio del Marqués de Dos Aguas doblando por la calle que recibe ese mismo nombre. Este palacio es un precioso ejemplo del estilo rococó en nuestra ciudad y uno de sus lugares más visitados.  En su interior se puede disfrutar desde mediados del S. XX el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, que presenta una valiosa colección de piezas, tanto antiguas como diseños más modernos.

Recorriendo la Calle de la Paz en dirección al antiguo cauce de río llegamos hasta los Jardines de la Glorieta, conocidos popularmente por los valencianos como La Glorieta. Están situados en el Barrio de la Xerea.  Se inició su construcción a principios el S. XIX y se realizaron sucesivas modificaciones en ese mismo siglo y en el siguiente. A destacar sus inmensos ficus y su zona de juegos infantiles.



La Calle Caballeros une la Plaza de la Virgen con la Calle Quart, en pleno Barrio del Carmen. Recorrer esta calle es un placer, sobre todo si se tiene cierto interés por la arquitectura, ya que está jalonada por preciosos palacios: Palau de la Generalitat, construido en el S. XV que ha experimentado sucesivas modificaciones y otros como el Palacio de los Marqueses de Malferit, (S.XV-XIX), ubicado en los números 20 y 22 de esta calle, el Palacio de los Marqueses de Mercader (S. XV-XVIII), en el número 26;  el Palacio de los Condes de Alpuente (S. XV-XVIII), en el 28; el Palacio de los Centelles o Daya Nueva (S. XV), en el 33, el Palacio de los Fernández de Córdoba (S.XV-XIX), en el 36, entre otros. Además en esta calle, en los números 36-38, pueden verse restos de la Antigua Muralla Islámica de la ciudad.

La Plaza de la Virgen es la plaza peatonal más popular de Valencia, ya que ocupa una importante explanada que sirve para las más diversas actividades (a destacar la Ofrenda de Flores que se celebra durante las Fallas) y concentra a su alrededor uno de los enclaves más destacados de la ciudad, con algunos de los edificios más significativos de Valencia: la Catedral, el Palau de la Generalitat y la Basílica de la Virgen de los Desamparados, Patrona de la ciudad.

La Basílica comenzó a construirse en 1652. Fue la primera obra barroca de nueva planta que se levantó en la ciudad. Muy recomendable hacer una visita a los frescos de la cúpula, de Antonio Palomino, el camarín de la virgen y sus vidrieras.

En la misma Plaza de la Virgen encontramos la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia, la entrada occidental de este importante monumento eclesiástico del S. XIII, que los valencianos también conocen popularmente como “La Seu”.



Desde la misma plaza, si tomamos la Calle Navellos, muy pronto nos encontramos con El Palau de Benicarló o Palau dels Borja, edificio de estilo gótico y renacentista, que actualmente sirve como sede de las Cortes Valencianas.

Muy cerca encontramos la Iglesia de San Lorenzo, una de las iglesias fundacionales de la Valencia del S. XIII, reconstruida en el S. XVII de acuerdo con los cánones arquitectónicos del barroco.

Y a menos de 1 minuto tenemos Palau dels Català de Valeriola, construido en el S. XV en estilo gótico civil, que actualmente se utiliza para diferentes funciones administrativas del gobierno autonómico.

Desde la Plaza de Nules nos dirigiremos por la calle Salvador al Puente de la Trinidad, que atraviesa el antiguo cauce del río y cuyo origen se remonta al S.XV. El cercano Monasterio de la Santísima Trinidad le presta su nombre. Se trata de un edificio del S. XIII  fundado como hospital, de gran riqueza arquitectónica.

Sin abandonar los márgenes del antiguo río encontramos otro puente de los que fueron reconstruidos en piedra, como ocurrió con el de la Trinidad. Hablamos del Puente de Serranos, del S. XVI, restaurado en el S. XXI. Unía una de las puertas principales de la ciudad con la comarca de los Serranos.

Frente al puente con el mismo nombre, se alzan imponentes las Torres de Serranos, otro de los monumentos valencianos más representativos, construido en el S. XIV. Junto a las de Quart, una de las dos puertas de la muralla medieval de la ciudad que se conservan. Muy recomendable su visita y disfrutar de unas vistas privilegiadas de Valencia desde su zona más alta.