Plaça de Bous

Con la construcción de la Plaza de Toros de la calle Xàtiva en 1859 se dotó la ciudad de un coso estable y capaz para acoger la masiva asistencia de aficionados. La Plaza de Toros se presenta al espectador como un robusto cilindro de ladrillo, con cuatro órdenes de arcadas, que recuerda al anfiteatro de Nimes y al Coliseo de Roma. Es probablemente el primer edificio de la ciudad que emplea hierro a cuerpo descubierto, en concreto en las columnas que sujetan las galerías de la grada. En el momento de su construcción, el edificio tenía un aforo de 16800 espectadores, cifra acorde con la pasión que despertaba la ”fiesta” entre sus contemporáneos, sólo comparable con la que provoca ahora el fútbol.

Toreros como Frascuelo eran aclamados como ídolos populares y, según las crónicas de la época, más de uno empeñaba hasta la ropa para verlo torear.