El Molí del Tell es un molino harinero del siglo XVII localizado en el barrio de San Marcelino de Valencia, junto al Parque de la Rambleta, rehabilitado por el Ayuntamiento de Valencia y dedicado actualmente a fines culturales y educativos.
El molino no se tiene que considerar como un elemento aislado dentro de un espacio físico, sino que es un elemento más dentro de la cultura de la huerta. El conocimiento del entorno, del molino, de los sistemas de riego y de las edificaciones adyacentes proporciona un conocimiento global de la huerta valenciana y de los modos de vida tradicionales asociados a ella.
Fue proyectado por Julio Bellot Senet, según acuerdo del Ayuntamiento de 1954 e iniciadas las obras a fines de mayo de 1957. Se encuentra situado en el núcleo de la barriada de Ruzafa, frente a la iglesia barroca de San Valero, en una zona que ha sufrido rápidas modificaciones de las estructuras urbanísticas iniciales con la inclusión de edificios de viviendas de mucha mayor altura.
En este lugar existía ya en el siglo XVIII una pequeña plaza, que fue ensanchada y regularizada a finales del siglo siguiente, tras el voraz incendió que destruyó completamente el palacio gótico de Mossén Sorell. El espacio definido por esta nueva plaza es el que ocupa desde finales de la década de 1920 un pequeño mercado público, diseñado por el arquitecto municipal Ángel Romaní.
De planta casi cuadrada, sus puestos de venta se disponen junto a dos calles interiores que se cruzan en una esbelta rotonda central. Construida con materiales modernos, hormigón y hierro, su planta de cubiertas presenta cinco prismas octogonales, uno central y de grandes dimensiones sobre la rotonda y cuatro pequeños en las esquinas. Rehabilitado en 1987, sustituyendo materiales y enrejado su perímetro exterior, continua funcionando como infraestructura vital del barrio.
Situado en una de las mayores islas del primer Ensanche, es una de las piezas más relevantes del modernismo en Valencia. Su construcción se inició en 1914.
Diseñado por Francisco Mora Berenguer aporta como novedad en este tipo de mercados su carácter abierto, que permite la visión a través del mismo produciendo una agradable sensación de diafanidad y transparencia, perceptibles fundamentalmente en sus lados más grandes, el que constituye sin duda un original y apreciable acierto. La estructura metálica sobre pilares de fundición está enmarcada por dos potentes testeros de ladrillo, perforados por imponentes arcos, en los cuales se produce una brillante utilización de varios materiales como elementos ornamentales, fundamentalmente la piedra y el mosaico, formando una singular composición.
La plaza del Mercado ha tenido desde la Edad Media una destacada vocación comercial. Aquí se celebraba el mercado, primero al aire libre, mediante las populares «paradas» con sus blancos toldos y su colorista mercancía expuesta al público, y desde 1839 en un edificio construido a tal efecto. Con el cambio de siglo, se hizo evidente la necesidad de una instalación de mayor capacidad.
La Lonja de València es uno de los edificios emblemáticos de la ciudad, pieza maestra de la arquitectura civil gótica. La Lonja de València es Patrimonio de la Humanidad. Se comenzó a construir en 1483 según el proyecto del maestro Pere Compte. El conjunto está formado por tres cuerpos que, observados desde la plaza del Mercado, comprenderían primero el salón de contratación seguido del torreón central y, a su izquierda, el Consolat del Mar.
En esta plaza se encuentra la Galería del Tossal donde podrá contemplar los restos musealizados de una torre y lienzo de la muralla islámica del siglo XII.
Fue en la Exposición Regional de 1909 «Palacio de la Industria», consiguiendo así la habilitación para tal fin del edificio de la Fábrica de Tabacos, que estaba a punto de inaugurarse, a cambio de la construcción del Asilo de la Lactancia para los hijos de las cigarreras. Fue construido según proyecto del arquitecto Celestino Aranguren y de los ingenieros Federico García y Mauro Serret, siendo el director de las obras Ramón Lucini Callejo.
Edificado para perdurar en el tiempo, su estilo serio y severo contrastaba con el carácter efímero y pomposo del resto de las aperturas escarzanos casi sin decoración, la planta rectangular se inspira en el Monasterio del Escorial.
La primitiva estación de la Compañía de Ferrocarriles del Norte estuvo situada en la confluencia de calle de Ribera y la plaza del Ayuntamiento, pero las transformaciones producidas en la zona a inicios del siglo XX y la necesidad de facilitar el tráfico por la ronda aconsejaron su alejamiento del centro.
El Colegio del Corpus Christi o del Patriarca fue fundado por el patriarca San Juan de Ribera, quien fuera arzobispo y virrey de València. Se creó para formar sacerdotes siguiendo el rígido espíritu de la Contrarreforma. Construido en un tiempo record, entre 1586 y 1615, el edificio presenta una gran unidad arquitectónica. En su fachada, muy austera, destaca la galería de arquillos que la corona y la gran ventana enrejada del coro de la capilla.
La puerta principal se abre en la calle de la Nau. Si la atraviesa se encontrará con un doble vestíbulo. El de la izquierda, presidido por un imponente caimán disecado traído de las misiones americanas, da acceso a la capilla del Colegio, ricamente decorada con frescos que narran historias de los dos santos Vicentes, mostrándonos sugestivas imágenes de la València del siglo XVI. La impresionante «Última Cena» de Ribalta preside el altar mayor.
El otro vestíbulo da al claustro, uno de los más antiguos y puros patios renacentistas de España, con una doble galería de arcos sobre columnas traídas desde Génova, al que los zócalos de azulejos le dan un toque local. Por la derecha se accede al pequeño pero interesante museo del Colegio, con obras del Greco, Joan de Joanes, Sariñena o Ribalta. Declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1962 y Bien de Interés Cultural en 2007, comprende una valiosa colección de pinturas pertenecientes en su mayor parte a los siglos XVI y XVII.
Edificio clasicista, inaugurado el 1923. Arquitectónicamente está articulado de manera que el centro recibe todas las atenciones visuales. Hay que destacar la gran cúpula elíptica de hierro y vidrio del interior donde se encuentran los escudos de cada una de las nacionalidades y regiones del estado español.
El patronato de la Juventud Obrera fue creado en 1884 por el maestro carpintero Gregorio Gea Miquel para dar una instrucción cultural y religiosa en los días festivos a los niños necesitados. Desde un principio recibió el apoyo de la Sociedad Económica de Amigos del País, Escuelas de Sant Josep y Gran Asociación de la Virgen María de los Desamparados.
El Patronato puso su sede en una antigua casona de la calle Landerer frente a una esquina en la cual figura todavía esta inscripción: «1799 plaza de la Valldigna«. Su fachada conserva un pórtico adovelado en piedra, con escudo heráldico, que da acceso en un patio con dos arcos rebajados. Es curiosa una columnita y dos pequeños arcos adosados que han quedado empotrados en el muro del primer piso que da en el patio, como posible recuerdo de la construcción anterior.