La escultura que data del año 1975 y responde fielmente al estilo que el escultor desarrolla durante la década de los setenta basada en la estructura de la generatriz, que consiste en series de múltiples varillas o tubos de acero inoxidable o de aluminio desplegadas como en complejos abanicos en tres dimensiones, en forma geométrica teóricamente abstracta, pero casi siempre alusivas a conceptos o experiencias, a figuras indeterminadas y caracterizadas por su capacidad para transformarse radicalmente en función del punto de vista y de la luz. El nombre que el autor da a esta escultura es “Dándole vueltas”.

La escultura es de acero inoxidable 308 y tiene forma rectangular, con unas dimensiones de 2,00 m x 1,30 m, y una altura de 7,50 m. La estructura baso de fijación de la escultura es rectangular con unas dimensiones de 3,02 m x 2,28 m, y una altura de 0,31 m.
El peso de la base es de 120 kg y el de la escultura de 398 kg, siendo el peso total de 518 kg.
El autor de la escultura es Andrés Alfaro.
Un busto de bronce, obra del escultor José Esteve Edo. Busto que ostenta la cruz «pectoral», atributo -prematuro- de su episcopado preconizado de Teruel. La obra, rodeada de un breve espacio ajardinado, con bancos de piedra, está sobre un pedestal no muy alto, con cuatro carátulas de bronce dorado que abocan agua por la boca sobre la pila de bajo. El canónigo Mariano Liñán, obispo preconizado de Teruel, que dejó su fortuna en la ciudad.
Originalmente Venus era considerada diosa de los jardines y los campos, pero después se le identificó con Afrodita diosa del amor y la belleza. Venus era la mujer de Vulcano, dios de la forja y los metales, aunque tuvo amantes como Marte, el dios de la guerra, el pastor Adonis y Anquises, padre de Enees . Era también la madre de Cupido Dios del Amor.

La estatua es de mármol realizada por Ponzanelli en el SXVIII. En un primer momento fue colocada en La Glorieta en 1818 desde el Huerto de Pontons para pasar en 1925 a Jardines del Real y finalmente fue trasladada hace unos años al patio del Museo de la Ciudad.
Apolo era considerado hijo de Zeus y Leto. En la dedicatoria homérica era sobre todo dios de la profecía, su oráculo más importante estaba en Delfos, lugar donde salió victorioso de la batalla contra Pitó. Solía otorgar el don de la profecía a aquellos mortales que consideraba músicos dotados que deleitaban a los dioses tocando la lira, era también un buen arquero y atleta veloz, acreditado por haber sido vencedor de los juegos olímpicos. Su hermana Artemisa era la guardiana de las mujeres mientras que Apolo protegía de una manera especial a los hombres. También era Dios de la Agricultura y de las bestias, y enseño a los humanos el arte de la medicina.

La estatua es de mármol realizada por Ponzanelli en el XVIII. En un primer momento fue colocada en La Glorieta en 1818 desde el Huerto de Pontons para pasar en 1925 a Jardines del Real y finalmente fue trasladada hace unos años al patio del Museo de la Ciutat.
Con este lema, constando en su liso pedestal, levantara en el encuentro de las calles de Roís de Corella y San Vicente Mártir, un insólito monumento, que lo es, no solamente por sus formas, próximas al surrealismo expresivo, sino también por su origen: el donativo, no exento de cierto mecenazgo, de una casa comercial (John Deere) de la motivación publicitaria de la cual a penas hay constancia en algún lado menos visible de la obra, que tampoco es la única proveniente de este origen, porque hay otros, diferentes, en varias poblaciones españolas.

Su trilema se plasma en tres figuras, hombre, mujer, niño, estilizadísimas en el sintético, curvilíneo, y expresivo, que cuenta con la eficacia voluménica de los vacíos; siendo obra de José Carrilero Gil, artista caravaqueño, fuera por E. Capa, los dos de la escuela de Bellas artes de Madrid.
El monumento, que con algunos otros, recientes, representa en nuestra plástica de calle, las corrientes más modernas, se inauguró por el alcalde López Rosado en 15 de marzo de 1972.
Sobre alto pedestal de piedra, rodeado de un espacio ajardinado se encuentra, en el comienzo de la Gran Vía de Ramón y Cajal, junto a la llamada plaza de España, enfrente de la antigua «ermita» de la Roqueta, hoy templo parroquial, apenas alejado del repuesto monumento a San Vicente Mártir, este otro del Cid Campeador, obra de la escultora norteamericana Anna Hyatt Hungtinton, viuda del gran hispanista Archer Milton Hungtinton, habiendo aquella artista, participe del amor a España de su esposo, regalado, además, la costosa fundición de la estatua ecuestre, pro valor de alrededor de tres millones de pesetas. La obra es versión exacta, fundida por el escultor Juan de Avalos, de la existente ante la Hispanic Society de Nueva York fundación de Mister Hungtinton, el traductor del Poema del Cid, amigo de Sorolla, al que encargó la serie inmortal de las regiones españolas y creador de un Museo maravilloso en las inmediaciones del turbulento Harlem neoyorquino del que es contrapunto admirable. Llegó la estatua a Valencia el 3 de marzo de 1964. Con ello se ponía fin a una serie de intentos, que, como en los casos de Sorolla, Serrano y Llorente, resultaban vanos o muy tardios, pues ya en 1888 se formularon en pro de un recuerdo monumental de Valencia, al caudillo castellano que la hizo -con el aragonés San Vicente mártir- famosa en el mundo, proliferando los recuerdos al Cid en la literatura, y al Santo levita oscense en la poesía inmortal del Peristephanon.
Aparte de la placa rotuladora de la plaza compuesta de piezas cerámicas -socarrats- con el título «Plaça de la Mare de Déu» y una representación de la Virgen de los Desamparados, según su antigua iconografía, obra de Jaume de Scals, colocada sobre la fachada principal de la Casa Vestuario y, sobre todo, por su trascendencia histórica local, de la lápida que recuerda la presencia del papa, Su Santidad Juan Pablo II en esta plaza, el 8 de noviembre de 1982, con leyenda y emblemática constantes en otro lugar de este trabajo, existen dos monumentos escultóricos, en la plaza, uno a la embocadura, desde ésta, a su inmediato aledaño, constituido otrora por la plaza de Moncada, o la actual calle dels Cors de la Mare de Déu, donde se halla el monumento al Canónigo Don Mariano Liñán: un busto de bronce, obra del escultor José Esteve Edo, según la iconografía de dicho personaje pintada por Vicente López y su escuela más próxima (Museo de Bellas Artes y Ayuntamiento de Valencia, Madrid, y sacristía de la Parroquia de San Nicolás de valencia) busto que ostenta la cruz «pectoral», atributo -prematuro- de su episcopado preconizado de Teruel. la obra, rodeada de un breve espacio ajardinado, con bancos de piedra, está sobre un pedestal no muy alto, con cuatro carátulas de bronce dorado que vierten agua por la boca sobre la pila de abajo. el pedestal, en su anverso, tiene, debajo de un escudo laureado y coronado de la ciudad de Valencia, una inscripción que dice «Al canónigo Liñán» y, detrás, «La Sociedad de Aguas Potables y mejoras de Valencia costeó esta fuente como homenaje al promotor del primer abastecimiento de la Ciudad. 1977».
El otro monumento, mayor, alude también a las aguas y su régimen singular en Valencia, personificado gloriosamente en el ya milenario Tribunal de la Aguas que se reúne, en juicio oral, público e inapelable, cada jueves, en la Puerta de los Apóstoles de la vecina Catedral.
El conjunto dispuesto en círculo, es una asociación de motivos llorentinos,- dulzainero, tamborilero, Faust y Margarita y un desnudo alegórico de la Poesía- la escena culmina con la condecoración de Llorente por Valencia. Fue restaurada en 2003.
En el cruce de la «Gran Vía» por antonomasia -la del Marqués del Turia- con las calles de Pizarro y Taquigrafo Martí se eleva desde 4 de agosto de 1913 este abigarrado monumento conmemorativo del que fue inspirado poeta, en valenciano y en castellano, historiador, periodista y hombre público, Teodoro Llorente Olivares, por iniciativa de Peris Mencheta, secundada por insignes personalidades de la cultura. Mediante concurso y suscripción previos, se adjudicó al proyecto del arquitecto Dicenta y al escultor valenciano Gabriel Borrás, hijo del pintor Vicente Borrás Abella.
El conjunto, dispuesto en círculo, o sea apto para ser contemplado desde cuatro lados y aún desde todos los posibles puntos de vista, es una asociación de motivos llorentinos, -dulzainero, tamborilero, Fausto y Margarita ( como traductor de poetas extranjeros) la niña con la tinajita de miel, último regalo hecho al poeta y de un desnudo alegórico de la Poesía- culminada por la escena de la coronación de Llorente por Valencia, evocando la efectiva imposición de la corona de plata, con forma de ramas de laurel, de que había sido objeto el poeta anteriormente, durante la Exposición Regional.
Monumento en honor al excelentísimo artista setabense, establecido en Nápoles, José de Ribera denominado el Spagnoletto. Una iniciativa particular de Aurelio Querol que al aproximarse a la fecha del tercer centenario del nacimiento del gran pintor (1888), convocó a los artistas valencianos el 24 de enero de 1886 al Ateneo para reunir fondo con qué realizar el merecido monumento. Reunidas y expuestas unas setenta piezas, pintura y escultura, su venta proporcionó recursos con qué emprender la obra.
El monumento fue encargado para realizar a Mariano Benlliure, que solo tenía 23 años, no quiso percibir nada para modelar, exigiendo con solo que se fundiera el bronce a Roma y bajo su personal vigilancia. Ribera, representado en actitud natural se levanta hacia atrás con la paleta en una mano y el pincel en la otra, tampoco le falta la capa, ni a la cintura, la espada caballeresca.
El pedestal, de mármol de Carrara, con planta de octágono de lados alternativamente desiguales, tiene, en los lados anchos, los escudos de Valencia, Xàtiva y la Real Academia de San Carlos amparadora con el Ayuntamiento del homenaje. Frente a la figura, hay una cartela con una corona de laurel que rodea la descripción: “A Ribera”.
En la plaza del mismo nombre, por iniciativa de la falla correspondiente, álzase, desde el 10 de marzo de 1974, un pequeño monumento rodeado de un espacio ajardinado y con surtidores y alberca, dedicado a este hijo de Masamagrell que alcanzó la sede episcopal de Segorbe, tras la de Solsona, aparte otras actividades misioneras culturales y benéficas, fundador de la Orden religiosa de las terciarias capuchinas. El busto, donado por la familia, es obra del escultor José Pérez Pérez, primera medalla nacional en 1950, colocado sobre un pedestal de sección cuadrada, inaugurándose solemnemente en la fecha predicha del año 1974 y ostentando, en el pedestal, «Valencia al ilustre pedagogo Obispo Amigó. 1854-1934», por ser ambos años los de su nacimiento y su óbito en Godella.
El pequeño monumento anima el entorno, de suyo ya ennoblecido por la vegetación, no escasa, del encuentro de las calles de Buen Orden y Cuenca, Historiador Diago, San José de Calasanz y San Francisco de Borja, calidad que se acrecienta por el gran edificio de doble chaflán de la sucursal de la Caja de Ahorros de Valencia, obra singular, característica del académico arquitecto don Antonio Gómez-Davó, de materiales de la mejor condición y traza señera, con casilicios como remate y forja en puertas y balcones, constituyendo todo un enclave que suaviza la aridez de esta trama urbana, en peligro, por no ser antigua ni moderna, de caer en la vulgaridad.
Acrece esta estetización de la zona, la escultura en mármol del profesor y académico «Victor Hino» (Victoriano Gómez López, + 1979), un desnudo femenino no del todo desprendido del bloque, que contribuye a darle interés.

Obra realizada por Mariano Benlliure en 1908. Fue situada primeramente en la antigua plaza de San Francisco, aunque más tarde se trasladó a la plaza de Cánovas del Castillo donde permanece.
Su composición es muy simple: un alto pedestal de piedra sostiene la estatua en bronce de don José Campo Pérez vestido de levita con cuello de astracán y acogiendo a una niña, en clara alusión al Asilo para niñas que él mismo creó en valencia. A sus pies y rodeando el eje formado por el pedestal cuatro figuras simbólicas: La Caridad, la Marina, el Gas y el Ferrocarril, alusivas a las cuatro empresas fundamentales en las que empleó su esfuerzo el banquero valenciano. Aunque el conjunto es muy monumental y quizás recuerda el esquema de las composiciones falleras, la obra es de una cuidada ejecución, particularmente en los tres desnudos alusivos a la Navegación, el Gas y el Ferrocarril, obras ejecutadas posiblemente en Roma, que definen de una manera clara el estilo de la primera época de Benlliure.
Una de estas figuras -la Navegación- fue presentada por Benlliure en la Exposición Internacional de Munich donde obtuvo el primer premio. Esta estatua obtiene igualmente primera medalla en la Exposición Nacional de Madrid de 1890.
El monumento al maestro compositor José Serrano, es el logro tardío de una serie de iniciativas, gestiones, proyectos, ayudas, fracasos y, al cabo, decididos empeños, de los alcaldes Marqués del Turia y Adolfo Rincón de Arellano, y está situado en la replaza formada por las calles de Burriana y del maestro Gozalbo al afluir a la avenida formada, al principio de los años veinte, por trasladar la vía férrea de valencia a Barcelona a otro trazado; vía urbana, arbolada de más de doscientas palmeras, que sucesivamente se denominó de Victoria Eugenia, 14 de abril, José Antonio y de reciente «Avinguda del Regne de València».
En dicho entorno urbano se alzó el afortunado monumento al inspirado compositor, consistente en una figura sedente, fundida en bronce, retrato realista de maestro Serrano, con su capa, delante de un como muro rectangular, apaisado, de piedra oscura, que enmarca un largo alto-relieve o friso alusivo, en mármol blanco de Carrara, de ocho metros de largo, ligeramente curvado, con figuras diversas, a la música sinfónica, de cámara y popular, que compuso y dirigió el popular músico valenciano, hijo de Sueca, obra todo del escultor S. Octavio Vicent.