La muralla islámica fue construida en el siglo XI bajo el reinado de Abd al-Aziz y es descrita por el geógrafo al-Udri cómo una de las más perfectas del Al-Andalus. En numerosos puntos de la ciudad subsisten restos de la muralla musulmana, que presentan desigual nivel de integridad según se encuentran a cuerpo descubierto, embebidas entre las medianeras de las viviendas o en el subsuelo, y que muestran también características formales diferentes en función del momento histórico en qué fueron erigidos. Esto es por el hecho que el recinto amurallado no es una obra unitaria sino el resultado de intervenciones constructivas acometidas entre el siglo XI y primeras décadas del XIII y motivadas por razones defensivas y urbanísticas diversas.

El trazado discurría desde la plaza del Templo hasta las torres de Serranos donde giraba al sur por las actuales calles de las Rocas, plaza de los Fueros, atravesando la calle Roteros se dirigía hacia la plaza de Àngel, la calle Beneyto y Cuello, seguía por la calle Madre Vieja hacia la calle Salinas atravesando la calle de Caballeros, pasaba por Bolsería hacia la calle San Vicente a través de las calles de las Mantas y del Trench. Continuaba por la calle Cerrajeros, calles Moratín hacia la Universidad para girar hacia la Universidad para girar hacia la calle Trinquete de Caballeros y desde aquí hacia la plaza del Templo. Tenía varias puertas que, siguiendo el mismo trazado anterior seria: “Bab ibn Sahar”, “Bab al-Warraq”, “Bab al-Qantara”, "Bab al-Hanax", “Bab al-Qaysariyya” , “Bab Baytala” y “Bab al-Xaria”

Actualmente se conservan restos de esta muralla embebidos en el parcelario y dentro de edificios en uso. Así en la calle de las Rocas, esquina Blanquerías se localiza una torre y parte del lienzo hasta la altura de las almenas. También se encuentran restos visibles en edificios de la Plaza de los Fueros, a la calle Palomino esquina con calle de Roteros, la ya conocida torre de Angel, declarada BIC, la torre de la calle Madre Vieja, el lienzo donde se abre el Portal de Valldigna (abierto en 1400) la torre de la calle Salinas 5 junto con un fragmento del lienzo murario. Continuando el recorrido, se observa parte de la cerca y dos torres en la Calle de Caballeros 36 y 38, pasando después al la Galería del Tozal con otra torre de planta cuadrada perteneciente a una puerta en recodo y, siguiendo por la plaza del Horno de Santo Nicolás, donde se conserva otra torre y lienzo, se llega por detrás de la Llotja de la Seda hasta la C/ Santo Ferran y la Plaza Mariano Benlliure 8, donde han sido puestos en valor el lienzo y una torre cuadrada. Continuando por la calle Tránsits encontramos otro fragmento de la muralla y ya en el trazado del lado Este, se ha descubierto otra torre cuadrada en el edificio de la Universidad Literaria. Arqueológicamente se localizó otro tramo en la confluencia de la C/ Comedias con la C/ del Mar, así como en la C/ Trinquete de Caballeros, 10. Finalmente, un extenso trozo de menaje y torre se ha puesto en valor en el edificio de la calle Almirante 14 y actualmente se está excavando otro fragmento de lienzo en el edificio del Palacio del Templo.

La muralla está construida en tapial de hormigón, con cajas de 90 cm de altura, asentada sobre fundamentos de profundidad variable, desde poco más de un metro a casi cinco, probablemente debido a diferencias en la solidez del terreno. El trazado de los diferentes tramos tiende a ser rectilíneo, a veces sin apenas desviación durante centenares de metros, sacrificando cuando hace falta la cota de nivel. Cada 30-33 m se dispusieron torres ultrasemicirculares construidas de masonería regular por su cara externa y con relleno de hormigón, la altura del cual no tenía que ser menor de 14 m. Eran macizas hasta el adarbe, aunque es probable que tuvieron un cuerpo vacío antes de la terraza, tal como se observa en la torre conservada en la calle Caballeros 36. La muralla estaba precedida por un foso o valladar. Es interesante la decoración que presenta el frente de las torres, pequeñas piedras grises o negras incrustadas en la junta entre los mampuestos, una técnica que recuerda la documentada en otros puntos de la península de incrustar escoria de hierro en las llagas de la masonería.

En la segunda mitad del siglo XII se llevó a cabo una modificación del flanco oriental de la muralla, que hasta ese momento utilizó el antiguo circo romano como límite. Se derruyó entonces la mayor parte de la grada oriental de este, respetando tan sólo el muro exterior, al cual se le adosó un muro construido en tapial de hormigón y con un grueso de 1’90-2’25 m. La nueva muralla se dotó de torres de planta cuadrada, construidas en tapial de tierra sobre fundamento de hormigón, con una separación entre una y otra de 22’5 m.

Sobre este recinto amurallado se añadieron en época tardía varios elementos para reforzar su capacidad defensiva. El más notorio fue la barbacana, que tenía que circundarlo por completo. Constaba esta de un muro exterior de tapial de hormigón, que servía de alféizar, y un segundo muro, adosado por su parte posterior, hecho en tapial con costra de mortero y relleno interior de tierra compactada, con un ancho variable entre 1´80 y 2´20 m. En la base del alféizar existían orificios que lo atravesaban, inclinados hacia el exterior, y que hay que interpretar como lanceras. La barbacana se tuvo que construir encajada entre la muralla y el foso que lo rodeaba, un espacio en algunos tramos muy estrecho. La anchura de la liza entre la muralla y la barbacana es por eso muy variable, entre 2´80 y 4´25 m, pero a la altura de las torres llega a ser menor de un metro, y, a veces, fue necesario incluso rebajar el ancho de la muralla anterior para permitir un paso mínimamente operativo.

Así mismo, en el flanco sur se añadió uno forro exterior de hormigón, de 1’20 m, que ampliaba considerablemente el grueso de la muralla y de las torres. Además, en algunas de ellas se construyeron a las esquinas refuerzos en ángulo, hechos con tapial de tierra calicostrada.

 


Datos básicos