El Convento Nuestra Señora de los Ángeles es uno de los monumentos religiosos con matices históricos de la ciudad de Valencia. El 22 de abril de 1238, Jaime I de Aragón instaló su campamento en Ruzafa, para asediar la ciudad de Valencia; el 14 de septiembre iniciaba conversaciones con Zayán, rey moro de Valencia, culminando con la rendición de Valencia el 29 del mismo mes, firmante esta rendición en el lugar que ocupa hoy este convento. El rey Jaime I y su ejército hicieron su entrada en Valencia el 9 de octubre. Se puede ver en su fachada principal una placa conmemorativa de este acontecimiento histórico.

Situado en la actualidad en uno de los barrios más céntricos de la ciudad de Valencia, fue fundado en 1661, por el entonces arzobispo de Valencia, don Martín López Ontiveros, sobre el que fuera en su origen la finca de recreo y esparcimiento del Abal Allah al Balansi (-823), extramuros de la ciudad. Así, el 11 de enero de 1661, se empezó las obras de la fábrica del convento, instalándose de forma provisional el 2 de agosto, día de la festividad de la Virgen de Àngels, las seis monjas que salieron del Convento de Jerusalén extramuros de Valencia. En 1699 se concluía la iglesia, y en ella se encuentra enterrado, por deseo personal, el fundador del convento, en la losa del cual reza: «Hic jacet Martinus de Ontiveros indignus Archiepiscopus Valentinus Filii Orate pro em».

El monasterio, erigido bajo la observancia de la Primera Regla de Santa Clara según las Constituciones de la reforma de Santa Coleta, todavía hoy en día conserva el espíritu de su origen. El convento es un cuadrilátero irregular que abraza el templo, con fachada exterior de baldosa vista y aperturas con frontón partido barroco y remates de bolas y pirámides. La iglesia se conserva casi intacta, y es uno de los edificios religiosos mejor conservados y más desconocidos de Valencia. En su interior el orden jónico estructura una planta de cruz latina sobre la cual descansa una cúpula sobre conchas. Tanto los brazos del crucero como del presbiterio se cubren con vueltas de cañón, siente el tramo restante y el coro alto de cañón con lunetos. Destacan las capillas de San Antonio de Padua y la Dormición de la Virgen, en la cual se conserva una pequeña imagen de estilo rococó, y en los extremos del crucero se venera a la Virgen de los Desamparados y a San José. Por suerte corrió el altar mayor de la iglesia, actualmente desaparecido.

Se trataba de un altar de madera dorada de dos cuerpos de orden corintio y decoración churrigueresca, que fue sustituido, después de la guerra civil, por las pinturas de Cardells. De gran riqueza artística el convento destaca por sus decoraciones en las vueltas de la iglesia, en las cuales son patentes los modelos compositivos tomados de Vicente López y el eco de la belleza y el colorido de las figuras de Luca Giordano. Sin embargo, no podemos dejar de resaltar el retrato de la madre sor María Tomás de Villanueva, obra de Vicente López, en el cual aparece representada ya entrada en años, con la pluma a la mano, suspendida en el aire, a la manera de la iconografía de Teresa de Ávila. Igualmente destaca la colección de escritos y oraciones fúnebres por las exequias de las venerables monjas, especialmente los de las exequias de Sor María de Santa Clara, pronunciado por Fr. Joaquín Llansol y el tratado ascético moral escrito por Sor María de San Tomás de Villanueva, que fueron grabados según dibujos de Vicente López.



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