Monumento situado en Gran Vía Fernando el Católico, obra de Vicente Navarro Romero, fallecido en 1978, pero que ya el 1908 obtuvo el premio con el busto de Giner, se instaló, después de estar muchos años en la plaza del Arzobispo, este monumento sedente, con túnica clásica, inspirado con el compositor señor Salvador Giner y Vidal (1832-1911) que se había inaugurado el 22 de mayo de 1921 en la Glorieta, con Asistencia de Vicente Blasco Ibáñez; el 1943 se traslada a la mencionada plaza del Arzobispo y, desde 1960, en la Gran Vía donde es Encuentra ahora, más cerca de la Sociedad Coral Lo Micalet, tan vinculada al maestro, el fundador, que cada año al Segundo domingo de noviembre recibe el homenaje de esta Sociedad y otras entidades y bandas de música, más los entusiastas y admiradores, después de decir la Misa oficiada a la Vecina parroquia de Pilar. La idea del monumento al maestro Giner germinó el día siguiente de su entierro.
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Monumento al labrador valenciano
En el arranque de la Gran Vía del Marqués del Turia, desde su intersección con la de Ruzafa, y su mediato enlace con la de las Germanías, al otro extremo del monumento al Marqués de Campo en la plaza de Cánovas, se alza este otro, desde el 3 de agosto de 1931.
Consistente en la figura de un «llaurador», obra de Carmelo Vicent, con alegorías y ornatos a sus flancos y una pequeña alberca -el monumento no es grande- ante él. El material es piedra del país y la labra cuidadosa y sobria, sin mengua del realismo, incluso constumbrista o folklórico, que el tema impone.
En la cara anterior se inscribe «La Ciutat de València, al llaurador valencià». Y en la posterior, de cara a los jardines de la Gran Vía, los versos de Teodoro Llorente en «La Barraca», a un lado.
«…sobri, sofrit, lleuger, fort i lleal
el que en l’aspre guaret clava la rella,
y obri a l’aigua corrent fonda canal…»
Y en el otro lado, las líneas de Blasco Ibáñez:
«Cuando toda la huerta dormía aún, ya estaba a la indecisa claridad del amanecer, arañando sus tierras queridas.»
Debajo de la estatua y sobre el losange de Valencia, sin corona, «ANY 1931.»
Monumento al Escultor Capuz
En la plaza triangular, sin nombre específico que forman las calles de Escultor José Capuz y de Oriente, existe este monumento al muy notable artista plástico José Capuz Mamano, hijo de Valencia, Académico de las Reales de San Fernando y San Carlos, Profesor de la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid y de la de Valencia y autor de numerosas e inspiradísimas obras.
Está compuesto por una alberca rectangular poco profunda, con una estatua en bronce de un niño con palomos entre las manos y el pecho, en un ángulo de la alberca, obra de Capuz, así como por un gran bloque rectangular de piedra del país, color terroso, con un alto relieve, o más bien figura casi exenta, creación del maestro, con el letrero correspondiente a su tema la «Pescadora» y por la otra cara, la inscripción «Valencia a José capuz» con el escudo de la Ciudad y un autorrelieve retrato del artista, que es parte de su busto -existente en el Museo de Bellas Artes de Valencia -obra del también escultor valenciano Francisco Marco Díaz-Pintado, cuya firma «F. Marco» y fecha «1935» están incisas en el borde del retrato.
El monumento en su brevedad material, tiene una muy digna categoría estética por la figura que conmemora, y las firmas de los dos artistas que en él figuran, tanto la de Capuz, como la de Marco Díaz-Pintado, así como por la belleza de la «Pescadora», obra recia y expresiva, de solidez clásica e insinuante modernismo novecentista, característico del maestro a cuya memoria contribuye.
Monumento al Arzobispo Olaechea
En la plaza del Arzobispo, llamada desde 1923 a 1939 «del cardenal Benlloch», en un pequeño espacio ajardinado, o sea entre el Palacio Arzobispal, del arquitecto Traver, y el palacio de Berbedel, antes de Campo, hay dos piezas mencionables.
Más cerca de este último, en una alberca rectangular, de fondo de ladrillo verde y blanco, ajedrezado, con cenefa e zig zag de iguales tonos, una pila pétrea amarillenta de tradición románica, con dieciséis arcos o gajos, en relieve tosco, todo rebasado por el agua del surtidor, equilibrado con su desagüe (de momento desaparecida).
Más cerca del Palacio prelacial, el monumento al citado arzobispo Don Marcelino Olaechea Loizaga (arzobispo de Valencia entre 1946 y 1972), constituido por un alto pedestal prismático, de sección cuadrada, sobre un plinto y surmontado por otro, debajo de la estatua, todo de la misma sección y sobre ello la figura, obra de Salvador Octavio Vicent Cortina, que representa al prelado en pie, y de tamaño mayor, quizás una mitad más que el natural, con esclavina y manteo terciado, que le permite levantar el brazo derecho en actitud, muy suya, de entre saludo y bendición; con solideo, y, sobre el bronce de la figura, un delicado esgrafiado o diseño apenas perceptible.
Al frente del pedestal, de cara al Arzobispado, la inscripción «Valencia a su arzobispo Marcelino MCMLXXVII.»
La técnica escultórica, es firme y entera, sin concesiones realistas, o las mínimas para evocar cierto parecido, más de gesto que de rostro.
Monumento a Santa Teresa Jornet
En la plaza anterior al templo parroquial de Santa Mònica y el Asilo contiguo se levanta desde 9 de enero de 1974, un monumento a Santa Teresa Jornet, fundadora de la orden de Hermanitas de Ancianos Desamparados, que regenta el establecimiento benéfico próximo. Es obra del escultor Manuel Silvestre Montesinos («Silvestre de Edeta») catedrático emérito de Talla de la Escuela Superior de Bellas artes, hoy Facultado, monumento que consiste en un grupo en mármol representando a la Santa, entre una mujer grande y un anciano a los que asiste.
Al pedestal delante, se encuentra la inscripción con «Santa Teresa Jornet y Ibars, fundadora de la Congregación de las Germanetes de los Ancianos Desamparados, en su primer centenario. 1873-1973». Y la firma «Silvestre de Edeta».
En la parte posterior: «Homenaje de la gente mayor con el patrocinio de la Caja de Ahorros y Monte de piedad de Valencia y la colaboración del Excelentísimo Ayuntamiento».
Monumento a Mariano Benlliure
Paradójicamente, a él -Benlliure- que creó tantos y tan importantes monumentos en todas partes, algunos en Valencia, muchos en Madrid, y por todo el mundo, le faltaba el suyo, a él dedicado en su ciudad, Valencia, que, al cabo, aprovechando la conversión en zona ajardinada del solar del palacio gótico de los barones de Alacúas, contiguo a la iglesia parroquial de la Santa Cruz -antes iglesia del Carmen- y situado entre ella, la Casa parroquial, la calle del Padre de Huérfanos y el trozo de la de Roteros en su enlace con la plaza del Carmen, erigió una fuente monumental, de 2’36 por 2’47 m.
En el anverso, de cara, a la mayor parte del jardincillo y a la plaza, se reproduce en bronce la «Fuente de los niños» del maestro, cuyo original en yeso se expone en el Museo de Bellas Artes de Valencia y del que se obtuvo el vaciado de este monumento, (con versiones equivalentes en la residencia de la marquesa de Pelayo, en Solares (Santander); en la Alameda de Osuna (Madrid); en Cádiz, éste en cerámica y en el jardín de la propia casa del escultor en Madrid, desaparecido) habiéndose completado por la otra cara, o reverso, que mira a la Casa Parroquial, a través de un breve espacio del jardín, con un vaciado en bronce, del retablo en relieve de Mariano Benlliure hecho por Joaquín Sorolla para la rotulación de la plaza de Mariano Benlliure (antes de la Pelota)
El original guarda la vecina Escuela (Facultad hoy) de Bellas Artes -y del que se hizo sacar la fundición-, que facilitó al Ayuntamiento para el destino que ha recibido, en este breve, sencillo y entrañable monumento-fuente.
El relieve de Mariano Benlliure por Sorolla fue simultaneo y correlativo al de Sorolla por Mariano Benlliure ambos en la ocasión jubilosa de que, por haber ganado uno y otro las máximas recompensas internacionales, recibían el doble homenaje de la ciudad que les vio nacer, dedicándoles la calle y la plaza que ostentan sus nombres, esculpidos en estas placas, con los respectivos retratos en medio relieve de perfil.
La fuente-monumento fue inaugurada en la feria de julio de 1962, con la solemnidad que le dio la presencia del ayuntamiento y representaciones de las entidades artísticas, culturales y valencianistas
Monumento a San Vicente Ferrer
Con igual historia que la del monumento en San Vicente Mártir, el de San Vicente Ferrer, en la plaza de Tetuán -antes de Santo Domingo- y frente al antiguo convento de este nombre, actual sede de la Capitanía General de la III Región Militar, se aprovecha la fuerte escultura del Taumaturgo creada para la puerta de San Vicente (mártir) colocada a finales del siglo XVIII (por acuerdo del consejo de 17 de agosto de 1677), por la parte que miraba a extramuros de la ciudad, siendo objeto de veneración y atribuyendo especial protección en época de peste y otras calamidades ciudadanas. Al derribo de la puerta, pasó a los almacenes municipales y, después, al patio del Museo y Escuela de Bellas artes en Carme, hasta que el 26 de abril (festividad del Santo) de 1960 se inauguró solemnemente, el monumento, previa la restauración y la reintegración de las partes perdidas o deterioradas, por el escultor Ernesto López, de la figura atribuida a Ignasi Vergara, sin gran seguridad. A sus pies, tiene la mitra a la cual renunció por humildad, y un niño que le sostiene la Biblia, base de sus predicaciones; en la actitud se le efigia.
El emplazamiento no puede ser más adecuado, puesto que a la espaciosa belleza de la plaza, se une la inmediatez de quién fue su convento dominicano, y tantos recuerdos guarda de él, y su propia casa natalicia, a pocos metros, en la calle de la Mar esquina a la del Pouet de San Vicente. Con este monumento, la erección se debe de, como la otros, al Alcalde Rincón de Arellano, Valencia paga una deuda, quizás impagable, con el más ilustre de sus hijos. Así sobre el pedestal una inscripción reza: «Valencia agradecida a la protección dispensada en la ciudad por San Vicente Ferrer el año MDCLXXVII».
Monumento a Marçal de Sax
En el jardincillo existente sobre el solar contiguo al templo de San Agustín -y Santa Catalina (mártir)- y formado por su paramento lateral izquierdo, la edificación parroquial del fondo y las calles de Nuestra Señora de Gracia y Guillem de Castro, se instaló, por iniciativa del Colegio Oficial de Profesores del Dibujo de Valencia, un pequeño y artístico monumento -inaugurado en 14 de julio de 1969- al pintor cuatrocentista Marçal de Sax, una de las figuras del arte pictórico valenciano llamado «primitivo», o mejor tardogótico, cuyo probable origen nórdico -sajón- explica el fuerte linealismo expresivo de muchas de sus figuras, que hace compatible, gracias a su arte, y al contacto de los maestros valencianos y la influencia itálica, con una belleza formal muy notable.
Es autor, documentado, de la tabla de «la Incredulidad de Santo Tomás» de la Catedral de Valencia y, por atribución muy fundada, del gran retablo del Centenar de la Ploma (compañía de ballesteros de escolta de la Real Señera de Valencia) dedicado a San Jorge, con escenas de su vida y su martirio y tablas centrales de la Batalla del Puig, de San Jorge liberando a la princesa y de la Virgen entronizada entre ángeles, retablo que está en el Museo Victoria y Alberto, de Londres.
El pintor que, además, fundó una escuela de pintura, en Valencia la de «Mestre Marçal» nació en 1410 y murió en Valencia, en gran penuria, socorrido apenas en lo más necesario. Está efigiado, en versión libre, en bronce, por el escultor valenciano, de Villar del Arzobispo, Rafael Pérez Contel, sobre un pedestal de sección cuadrada y con la inscripción que dice «Valencia al Maestro Marçal de Sax. Homenaje del Colegio Oficial de Profesores de Dibujo y Excmo. Ayuntamiento, MCMLXVIII».
Monumento a las víctimas de las riadas del Turia
En octubre de 1982, a los XV años de la inundación catastrófica de Valencia por las aguas desbordadas del río Turia, en 1957, se inauguró, por el alcalde de Valencia, Ricardo Pérez Casado en 17 de octubre de 1982, un monumento, obra del escultor Ramón de Soto Arándiga, de líneas muy esquemáticas en dos como cuerpos rectilíneos, cubistas, que, en su elevación de 16 metros, casi vertical, quiere glorificar a los que entonces y en otras riadas perecieron.
El material es piedra artificial por encofrado, y la obra se realizó en brevísimo tiempo.
Está situado en la explanada de la antigua Estación de Aragón, rodeado de una pequeña alberca y de una llama perenne de recordación y afecto.
Monumento a Juan Luis Vives
Además del monumento eregido en el centro del patio claustral de la Universidad Literaria, obra de José Aixa, incluido en la reseña monumental de la misma, y los levantados -iguales- en el patio del Instituto «Luis Vives» (Antiguo Colegio de San Pablo), y ante la Biblioteca Municipal de la plaza de Maguncia, obras de Alfonso Pérez Plaza.
Existe en la ciudad otro monumento al gran filósofo y humanista valenciano, Juan Luis Vives, homenaje broncineo y pétreo, quizás demasiado modesto, consistente en un busto de bronce colocado sobre pedestal de sección rectangular, escultura debida al artista, hijo también de la ciudad, Ramón Mateu Montesinos, profesor y académico, laureado con primera Medalla, quien creó esta obra, inaugurada por el Ministro de Información y Turismo Manuel Fraga, el 25 de octubre de 1966, en la plaza de los Pinazo, antes del Pintor Pinazo, y antes del Picadero, tangente a la calle de Colón, junto a un jardincillo paisajístico que centra dicha plaza; siendo de notar que otro monumento igual fue colocado en la ciudad belga de Brujas, adonde Vives pasó en 1512 y una de las que como Valencia, París y Oxford, fue escenario de las enseñanzas y los estudios de Vives, aunque al decir de Ferrer Olmos, del de Valencia «presenta acaso mayor comunicabilidad y mejor disposición que el de Brujas, colocado por cierto en lugar cuidadísimo». En Brujas conocerá a su mujer Margarita Valldaura y allí morirá el 6 de mayo de 1540, a sus 48 años. Había nacido en Valencia el 7 de marzo del «annus mirabilis» de 1492. En el pedestal de la plaza de los Pinazo, se dice «Valencia a Juan Luis Vives MCMLXVI».
Del propio escultor Ramón Mateu, académico de Honor de San Carlos, que fue, hay en Valencia otras obras importantes como la Virgen del Carmen , de la plaza del Portal Nuevo; el Corazón de Jesús, de la escalera del Ayuntamiento y el Cristo Crucificado que preside la iglesia gótica repristinada de Santa Catalina mártir. De Vives, asimismo, monumentos en Madrid (Biblioteca Nacional) y Barcelona (zaguán de la Universidad), de otros autores.
Monumento a Juan de Juanes
En la plaza del Carmen, entre la iglesia parroquial de la Santísima Cruz, antes del Carmen, y el palacio de Pineda, se yergue desde 1960 la escultura que, por mano del artista pintor y escultor mariano García Más, primer pensionado de Bellas Artes por la Diputación Provincial de Valencia, efigia al insigne pintor valenciano Vicente Juan Macíp, conocido por «Juan de Juanes o «Joan de Joanes» (Fuente la Higuera, 1523-?, aunque bien se piensa naciese en la ciudad de Valencia, + en Bocairente, 1579) figura central de la pintura valenciana y personificador del Renacimiento en ella, después de los manchegos Yáñez y Llanos y de su propio padre y maestro Vicente Juan Macip.
La figura fue modelada en Roma por García Más durante su pensión y permaneció mucho tiempo en materia no definitiva en el propio Museo de Bellas Artes, en su instalación en el antiguo Carmen, hasta que, por iniciativa afortunada de su entonces directos, Manuel González Martí, fue vertida a piedra instalándola provisionalmente en el terreno que la nueva instalación del Museo, en San Pío V, tiene colindante con los Viveros. Esto salvó la obra que, en su original, pereció en la riada de 1957 y, poco después, por iniciativa del alcalde Rincón de Arellano, que tantas otras esculturas dispuso como ornato callejero de Valencia, se instaló en la plaza del Carmen. La obra, en su ritmo helicoidal, contradice algo la serenidad del pintor que efigia, aunque bien traduce su inquietud renacentista y creadora.
Anteriormente, en la misma plaza se había instalado un busto de hierro fundido, sobre pedestal, representando al repetido pintor, con una fuente en su entorno.
Monumento a Cervantes
Se encuentra instalado en los jardines de la calle Guillem de Castro situados frente al Colegio Nacional Cervantes, y entre el resto de muralla, las Torres de Quart, el flanco con los contrafuertes de Santa Úrsula y otros edificios. Su autor fue Mariano Benlliure y representa en la base grandes libros de Caballería sobre los cuales se levanta la figura del Quijote, que muestra el busto de Cervantes sostenido con sus manos.
Hoy está rodeado de un lavadero con surtidores, que animan el antes solitario pedestal. El esbozo del monumento, en tiza, estuvo expuesto durante la ceremonia de colocación de la primera piedra, que tuvo lugar el domingo 7 de mayo de 1905, año en que se conmemoró el tercer centenario de la aparición de «el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha», en varias ciudades españolas. Un año después se inauguró la obra definitiva en bronce, instalándose en la plaza del Picadero -después del Pintor Pinazo- junto a la calle de Colón, hasta que años más tarde, se colocaría en su primer lugar de destino frente al mencionado Colegio.
Obra modernista sencilla, de 1904, pareciendo a otro colegio o grupo escolar, también modernista, el de «Luis Vives» en la calle Cuenca.