Hoy se cumplen 81 años de la muerte de Miguel Hernández, el poeta oriolano que cantó a la gente humilde, a la libertad y al amor. Su compromiso militante con la República provocó que lo encarcelaran al acabar la Guerra Civil. Trasladado de penal en penal, finalmente acabó en la Prisión de Alicante, donde murió de tuberculosis por falta de las asistencias médicas necesarias. Su poesía ha servido de inspiración a las generaciones futuras.
El próximo viernes 31 de marzo, a las 20 horas, tendrá lugar en las Drassanes del Grau la inauguración de la exposición «Miguel Hernández, el poeta necesario». La entrada es libre.
La cebolla está escarchada
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Las «Nanas de la cebolla», dedicada a su hijo Manuel Miguel, la compuso Miguel Hernández en septiembre de 1939, cuando estaba internado en la prisión madrileña de la calle Torrijos.»